Isabel Novoa

En enero de 1920 entró en vigor la ley seca dando pie al consumo clandestino de alcohol. Sobre todo, de alto grado. Otorgando alas al contrabando y al mercado negro.

En algunas ciudades el tejido empresarial estaba totalmente controlado por bandas de gánsters. El chantaje y los ajustes de cuentas producían un caldo de cultivo que permitió al mundo del crimen un acomodo casi popular, estableciéndose y enriqueciéndose. Algo que sucedió mientras gran parte de la sociedad ascendía a héroes populares a estos grupos de delincuentes. Algunos de ellos han pasado a la historia pese a lo infame de su legado. Nombres como Al Capone, Lucky Luciano o Bonnie y Clyde han quedado grabados en el imagianrio popular. Nombres forjados en tiempos convulsos, tiempos en los que se desarrolla Blue Note.

Imágenes interiores de Blue Note

Blue Note muestra el estilo clásico de Noir en formato doble.

Corre el año 1933 y a punto de terminar la ley seca dos protagonistas se encontrarán. Contado bajo dos puntos de vista diferentes, el cóctel propuesto por Mariolle y Bourgouin nos lleva, al inframundo del crimen organizado con conexiones entre si, y amenizados por el mejor Blues. Un deseo del permanente éxito, de forma fácil e inmediato, pero en boceto duro. Como tendencia cultural del Nueva York de la década.

Nuestro protagonista Jack Doyleun turbulento irlandés, que ve la vida en moratones– es un boxeador de cunetas.

La ciudad está en manos de la mafia. La acción y los combates de boxeo amañados se suceden en locales clandestinos donde el dinero de las apuestas corre a la misma velocidad que el alcohol de contrabando. El ambiente es amenizado por notas musicales, inspiradas en la letra de canciones cantadas por esclavos. Voces que convierten este jazz en un eco embriagador. Sin otra regla que la fuerza bruta, el coraje o la desesperación, una Nueva York magullada sirve como telón de fondo a una historia de corte negro.

 

La Gran Depresión hundió a la ciudad en el caos

Nuestro protagonista Jack Doyleun turbulento irlandés, que ve la vida en moratones– es un boxeador de cunetas, que se conforma con peleas provinciales. Peleas donde la calidad de sus contrincantes es la misma que el pago que recibe tras tumbarlos sin demasiado esfuerzo. Theo Egan, –con enorme parecido a James Cagney, una de las grandes estrellas de los años 30– su promotor quiere convencerlo para que regrese a Nueva York. Su objetivo es desafiar a Harry Walker. Una asignatura pendiente desde hace casi un lustro.

Agobiado por las deudas, regresa al lugar oscuro del que había tratado de huir. Una gangrena de pandilleros en una red de explotación con banda sonora. Proporcionada por Dante´s Lodge Club, el lugar de moda con un corte dinámico y cinematográfico, dirigido por Vincenzo, dueño del club más famoso de la ciudad y peligroso mafioso donde los enemigos eran eliminados a ráfagas de metralleta. A golpes. Hay que añadir que las autoridades de la ciudad eran meras marionetas, con casi toda la policía en nómina.

Arrastrándonos a través de las hojas delring, al club, el joven RJ, generará un flujo de nota etérea. Brotando mágicamente, de la inspiración del guitarrista recién llegado del profundo sur de los Estados Unidos, Ray Jamenson, con un claro objetivo: triunfar.

Triunfar a toda costa y cueste lo que cueste, aunque ello suponga una escalada de violencia. Vivir la mentira del sueño americano que promete una ración de gloria a cualquier persona. Con una fuerza visual y un talento muy marcado en la escena sombreada, cargada de angustia, de poder, con estética de cine negro, especialmente en las páginas dobles. Quizás los detalles faciales algunas veces rígidos, difuminados, confunden a los personajes en el cuadrilátero. Las páginas que entintan el diseño expresivo, representando un mundo oscuro y cruel, los colores sombríos y tratamiento en tonos grises, verdosos y amarillentos… apenas coloreado, como un tributo a los maestros del blanco y negro.

Tiene que ver con el buen jazz, la buena música. Fue durante este período, que tuvieron lugar las primeras grabaciones de músicos negros profesionales.

Blue Note tiene un guión cargado con la atmósfera de la época, escrito a cuatro manos por Mathie Mariolle y, así mismo, por Mikaël Bourgoin, este último también ilustrador y colorista. Su construcción narrativa, y sus suntuosos dibujos, abarcan el período descrito y logra transmitir toda la efervescencia del Nueva York de los años 30. Con su opulenta arquitectura, sus coches ruidosos y sus calles llenas de personas. Con los más variados estilos. Las páginas completas permiten al lector vagar por los lugares y el período, a través de pequeños detalles como ropa, carteles, anuncios o periódicos. Con corte dinámico y cinematográfico.

Un aire melancólico y armonioso del jazz, crean un ambiente especial y tan perfectamente transcrito, que dotan al thriller, de olor a tabaco, y a la madera de los instrumentos. Un boxeador en descomposición, una antigua gloria pugilista. Donde el único color vivo es el de los guantes, o el de los pómulos rotos. Y un joven músico muy ambicioso, que ansia deslizar los dedos, al cuello de su guitarra.

Protegiendo del brillo a los personajes con elegantes sombreros, Mikaël Bourgouin fue capaz de capturar el ambiente apropiado con sus dibujos, el tratamiento, los chorros de tinta… Un arte sinéstico. Percibiendo de manera simultánea, el sonido y el dibujo. Tomándose su tiempo para terminar .

La edad del jazz, un toque distintivo de autenticidad con una intuición musical que sonaba a Blue Note marca que alude la nota azul empleada para construir algunos de los giros melódicos más comunes del blues- dando un justo refrendo al sonido exquisito y también de impulso, notas generalmente tocadas más bajas de lo esperado dentro del rango, prestan un carácter de lamento a la música. No los ornamentos sensacionalistas y comerciales. Se trata de una actitud ante la música. Tiene que ver con el buen jazz, la buena música. Fue durante este período, que tuvieron lugar las primeras grabaciones de músicos negros profesionales.

En conclusión, te recomendamos este cómic de corte clásico con escenas de gran espectacularidad y personajes dotados de expresividad. Editado en tapa dura y con sabor nostálgico, de la etapa que no vivimos. Prometedor, arriesgado y diferente. Otro éxito de la línea europea de Norma Editorial encajado a la perfección con todos los elementos que requieren los cómics de rasgo negro y nervioso, que nos hacen disfrutar en cada hoja.

 

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(Por expreso deseo de la comicteca y en honor a la verdad esta reseña se PUBLICÓ ORIGINALMENTE en La comicteca, bajo mi autoría Isabel Novoa. Y bajo la corrección del Sr. Rodrigo Pérez Miguel)

Autor Colaborador

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