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Josep Ferran Valls
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Encubridora de Fritz Lang – Reseña Cine

Las carreras de los alemanes Marlene Dietrich, actriz, y Fritz Lang, realizador, confluyeron en la norteamericana Rancho Notorius, estrenada en España como Encubridora.

Encubridora

 

Encubridora (Rancho Notorius) de Fritz Lang. 1952. Con Marlene Dietrich, George Kennedy, Mel Ferrer y Jack Elam.

 

Una encubridora, éso al fin y al cabo es Altar keane (Dietrich), propietaria del rancho bautizado La Ruleta de la Fortuna y amante de su protector, el outlaw Frenchy (Ferrer).

Con asiduidad, pistoleros buscados por la ley arriban al rancho para ocultarse y, de paso, repartir su botín, reservando un 10 % para Altar. Mucho más si tenemos en cuenta el dinero que la propia Keane les saca jugando a las cartas.
Altar fue chica de salón de juego en la primitiva Ruleta de la Fortuna. Tras ser despedida por negarse a acceder a los caprichos libidinosos del propietario, Frenchy, de paso por el local, la ayuda a resarcirse cuando ésta decide invertir su salario en la ruleta. El fuera de la ley sustituye a quien oprime el pedal de freno que detiene el marcador a conveniencia y cede a Keane, caballerosamente, la integridad de las ganancias.
La rutina del Rancho Notorius se rompe con la llegada del joven Bern (Kennedy). Bern salva a Frenchy de la soga y se integra en el grupo de forajidos con el propósito de encontrar al violador y asesino de su prometida, pues sabe que el culpable se halla entre ellos. Keane, turbada por el seductor, arrogante muchacho, quien intenta sonsacarle la procedencia del broche que luce, perteneciente a su pareja, termina sintiéndose fuertemente atraída hacia él. Esa atracción provocará los celos de Frenchy y la conducirá hacia la tragedia.

Para exponer todo ello, Encubridora (Rancho Notorius) acompaña a Bern -siempre con la susceptibilidad a flor de piel y preguntando a diestro y siniestro- en sus primeros pasos para encontrar al asesino…

Un pistolero moribundo pronuncia el nombre de La Ruleta de la Fortuna antes de exhalar. En una barbería, el chico nombra La Ruleta y el criminal que se sienta a su lado le recrimina que hable en público del lugar, citando de paso a Altar Keane. El desencuentro se resuelve con una dinámica pelea -filmada cámara en mano y apoyada por el uso de apropiados insertos- que culmina con el facineroso abatido a golpes contra la cristalera.
Acusando a Bern, en primera instancia, de su muerte, el sheriff termina premiándole cuando descubre que el cadaver pertenece a un asesino buscado. Los nombres de la Ruleta y Keane se recuerdan entre carcajadas por los testigos de una época licenciosa a través de sucesivos flashbacks que expresan con humor la fascinación sexual que desprende la carnal Keane.

El realizador dibuja a Bern como un hombre a quien ciega el deseo de venganza. Está a punto de descubrirse ante los residentes del Rancho mediante su indisimulada actitud visceral, su mirada de odio.

Lang retrataba por igual, sin hacer concesiones, y con la misma agudeza y desprejuizamiento, a quienes mataban por ambición o vicio o a los que, como Bern, cegaba el deseo de revancha.

La canción, típica del vaquero trovador del western, que, durante las transiciones, acompaña a las imágenes, concluye su estribillo con la palabra «revenge».

Muestra fehaciente de la implicación langiana en el género, por el cual el director dio muestras de sumo interés, Encubridora (Rancho Notorius) ejemplifica la mirada admirativa de un extranjero que le otorga un tratamiento romántico, no exento de aliento épico, pero hurgando en su ambigüedad moral.


 

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