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Josep Ferran Valls
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El Evangelio según San Mateo-Pasolini

El Evangelio según San Mateo de Pier Paolo Pasolini

En clave neorrealista,

«Me interesa el extremismo de Cristo, su modo tajante de cerrarse en banda, su radicalismo total y absoluto… Cristo perdona fácilmente los pecados individuales pero es intransigente con los pecados sociales».

                                         Pasolini.

El evangelio

 

El Evangelio según San Mateo de Pier Paolo Pasolini. 1964. Con Enrique Irazoqui, Margherite Caruso, Marcello Morante, Susanna Pasolini, Mario Socrate y Settimio Di Porto.

 

1964, año de la realización de El Evangelio según San Mateo de Pier Paolo Pasolini, marcó el inicio de la decadencia para el cine épico tradicional. El rupturismo de Sergio Leone con el western clásico y la sordidez que aplicó el eurowestern a sus narraciones espurias puede entenderse como un cambio en la mentalidad del público, cansado de los nobles héroes Hércules o Maciste y a favor de una mirada descreída sobre el sistema, que refleja el malestar y el desencanto de los nuevos tiempos.
Es por ello que la mitología, en cualquiera de sus ramas –y ello incluye la que trata sobre asuntos bíblicos, ya expuestos en el kolossal y, en menor medida, el péplum-, necesitaba ser observada desde un prisma más escéptico (y poético, si se quiere, sobre todo hablando de Pasolini), una óptica revisionista desposeída de espectacularidad.
El Evangelio según San Mateo de Pier Paolo Pasolini
Cuando Pasolini afrontó el rodaje de El Evangelio según San Mateo (Il vangelo secondo Mateo en lengua italiana; el «San» fue cosa de la versión española) venía de soportar el proceso levantado contra él por el Tribunal Romano a causa de La ricotta; proceso del cual, finalmente, resultó absuelto. La ricotta es un episodio del filme colectivo Rogopac (1963), un «Calvario-party» que ironizaba sobre el «profundo, íntimo, arcaico catolicismo«. Orson Welles interpretaba al realizador que pretendía filmar un kolossal sobre la Pasión judeo-cristiana a la manera tradicionalista rodeado por el paisanaje miserable de la periferia romana.

Pasolini evitó parecerse a ese realizador formalista cuando rodó El Evangelio según San Mateo.

Aunque manifestaría no creer en la divinidad de Cristo, añadiría, sin embargo, que su visión del mundo era religiosa. «Entre todo lo que he hecho -declaró-, es el Vangelo lo más estrechamente ligado a mí mismo, a mi tendencia a ver siempre algo de sagrado y de mítico y de épico en cada cosa…» Un fiel reflejo de sus íntimas convicciones a la vez que traslación fiel a Mateo.
No es baladí que María, en El Evangelio según San Mateo, sea interpretada por la propia madre de Pasolini. El realizador trataba de regresar a su infancia, al menos por lo que atañe a la mirada inocente que siendo niño vertía hacia la religiosidad, tanto como a la remembranza de los rostros que durante su niñez daban su aliento al barrio obrero donde residía. Pero también la penetración del bagaje humano e ideológico resulta decisiva para entender el compromiso del filme con la circunstancia humana del ateo, marxista y homosexual Pasolini, vilipendiado en su lucha intelectual contra una coyuntura sociopolítica italiana donde imperaba el terror institucional, puesto en solfa por la contestación estudiantil…

Los rostros de la pobreza, de la clase obrera humillada y maltratada tienen eco en el reparto no profesional de El Evangelio según San Mateo de Pasolini, con Irazoqui, estudiante español, a la cabeza.

El discurso de Jesús hacia las masas, emitido de forma rotunda, contundente sobre quienes recubren de humanidad los montes pelados, abre los ojos, estimula y reconforta.
No resulta difícil ver en el juicio de Cristo frente al Sanedrín un reflejo crítico de la mirada católica italiana del momento hacia la figura controvertida de Pasolini.
El martirio y la crucifixión suponen la culminación del bagaje de un hombre cuya sapiencia resulta peligrosa para una sociedad corrupta, enquistada, unos estamentos políticos y religiosos conformistas o corruptos que sólo buscan obtener ventaja o bien equilibrar sus respectivas fuerzas.
Jesús predica la verdad; no sólo una verdad, aunque sea la verdad del pobre. Pero, en definitiva, es la verdad que el rico y poderoso no desea ver o que ve y prefiere ignorar.

¿Fue Pasolini una escritor-cineasta atormentado en busca de imposible redención personal, a la manera cristiana, y así quiso dejarlo expuesto en este filme? El crítico Virgilio Fantuzzi dice de él que era un «hereje de todos los credos, prófugo de todas las patrias», y que buscaba «solidaridad entre los rechazados».

La fotografía en blanco y negro de Tonino Delli Colli resalta la cualidad humana de los personajes y abre el filme (si se me permite expresarme así) a la hondura del alma, o a aquéllo que se ha definido como tal.
Pasolini escogió a Mateo para escribir su adaptación porque consideraba que reflejaba bien el aspecto humano de Jesús. Lo mismo consigue su película, alejando su figura de las grandes superproducciones para aproximarla al verdadero destinatario de la doctrina, el humilde, el sufriente… Lo hace con profundo convencimiento, pero con mudo dolor, y así consigue obtener fuerza dramática, transmitir emotividad.

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