María Castrejón y Susanna Martín nos acercan en formato de novela gráfica la azarosa vida de Annemarie Schwarzenbach. Con porte desafiante muestran la complicada existencia de una fotógrafa pionera y carismática en un tiempo de entreguerras.
Annemarie (23/05/1908 – 15/11/1942) nació una primavera verdaderamente calurosa en una gran mancha de sangre roja como los árboles en otoño. Schwarzenbach nació en Zurich, en una de las familias más ricas de Suiza de ese período. Su padre, Alfred Schwarzenbach, fue uno de los grandes mecenas de la industria textil. La atención al detalle le permitiría adquirir una amplia visión de la vida. Desde niña mostraba ansías de conocer, de descubrir, de viajar. Estudió historia en Zurich y París, fue una escritora, periodista, fotógrafa y viajera suiza.
Descrita por Thomas Mann como un «ángel devastado».
Annemarie es la tercera hija de una familia acomodada, tradicional socialmente y en pro del nazismo sueca. Tiene la suerte de sustentar varios privilegios que le permiten acceder a una formación amplia pero, no sacia el ansia de la joven por descubrir/ indagar/ afrontar la vida.
Apoyada económicamente por su familia, pero no emocionalmente, lo que la empuja a buscar una estabilidad que no consigue alcanzar más que en efímeras épocas de su vida.
Una mujer con un caracter firme, una personalidad muy marcada rasgos que se amalgaman imprimiendo su recia personalidad. La describieron algunos como una no mujer por sus rasgos masculinos en el vestir o su gesto predominantemente serio y expectante. Habia un fin en esa negación, que incide en el problema de quien la pronuncia. 
Una mujer que transpira tristeza. Sus viajes eran una evasión por escapar de la ferocidad de la guerra y la intransigencia de su familia y sociedad.
Annemarie fue extraordinariamente prolífica: además de sus libros, entre 1933 y 1942, produjo 365 artículos y 50 reportajes fotográficos.
María Castrejón y Susanna Martín nos muestran una novela gráfica con saltos temporales a lo largo de toda la corta e intensa biografía de la joven Annemarie con un trazo cuidado que aprovecha cada milímetro de cada página con una visión global que dota de continuidad y vida a la historia narrada en viñetas.
Genera profundidad y enlaza las distintas épocas de la vida de la protagonista, sus fantasmas y pesadillas, su anhelo y búsqueda constante de la felicidad, de la tranquilidad.
«La vida debe ser movimiento». Annemarie
En conclusión, Annemarie forma parte de los escritores que conformaron la literatura de viajes. Emprendedora, aventurera, amante de la sociedad y al tiempo de la soledad; en su búsqueda de la felicidad tropezó con la morfina y el alcohol que no hicieron más que ensombrecer sus ideas forzándola a caer en el gesto autolítico.
Norma siempre respetuosa con sus lectores nos ofrece un formato muy cuidado, en cartoné, compuesto de 163 páginas a todo color, con textos e ilustraciones terriblemente cuidados, seleccionados y creados por sus dos coautoras.
Como escribió Annemarie en «Muerte en Persia»: presente, pasado y futuro son uno… y … se hacen las cosas como si fuera la última vez.
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