En MARSHAL BLUEBERRY Giraud actuó como maestro de ceremonias reuniendo a diferentes dibujantes para ampliar el microcosmos de una de sus creaciones más célebres. Pasando de estar a los lápices a escribir los guiones.
Un marshal dibujado en atmósfera de conflicto y de nombre Mike Steve Donovan, alias «Blueberry»; es artísticamente autónomo cuando un guionista llamado Jean-Michel Charlier y un joven de veinticinco años Jean Giraud se encargaron de encumbrarlo a la categoría de obra maestra desde el momento de su nacimiento entre viñetas.
Huérfano desde que nació, Mike Steve Donovan, crecería salvaje, sucio y grosero. Alistándose en su juventud en el ejercito confederado. Poseedor de un alto sentido del honor e influenciado en unos bondadosos principios, sintetiza una vertiente de aventuras épicas y trágicas. Nuestro hombre de guerrera azul y galones deshilachados, se unió al séptimo de caballería, luchó como soldado e incluso ejerció como guía.
Le salvó la vida a Sherman, estuvo a punto de capturar al general Lee y además cabalgó en Antietam, Chickamauga, Gettysburg y New Hope Church. Dio caza al presidente confederado Jefferson Davis y el 9 de abril de 1865 escoltó a Grant hasta Appomatox.
Purgó Georgia y Alabama de las infames bandas surgidas del Ku Klux Klan, hasta que en 1867, cansado y harto de sangre, Blueberry se reincorporo como corneta de su escuadrón en la caballería estadounidense.
El legendario Fort Navajo, epicentro de una guerra entre las tropas federales y la tribu de Cochise frente a la ley salvaje del oeste. Desarrollado en tres líneas, “La juventud de Blueberry”, “El Teniente Blueberry” y además ”Marshall Blueberry”. Formarán un eco imborrable en la extensión del desierto y en la comunidad india.
Blueberry parece embebido por la estrella de Marshall en 1878 con “Misión Sherman”. La aventura transita en Heven, un pequeño pueblo fronterizo. Abandonado sus galones de teniente, frente al contrabando y venta de armas entre indios; una sucia taberna, jugadas de póker y peleas encarnizadas, revive y late la viñeta con un ciclo inicial de dos volúmenes.
Continuados, entre los años 1991 y 2000 –con una diferencia de siete años entre los dos primeros tomos y el tercero-, la historia guionizada por Giraud, resurge en esos 7 años, con un cierto grado de suspense para finalizar la trama. El francés despliega un sorprendente fundido a niveles gráficos; entintando de forma magistral las masas de color y además el negro, definiendo sombras y profundidad de campo al dibujo de William Vance en los dos primeros volúmenes y Michel Rouge, en el tercero.
Jean Giraud toma las riendas del guion en este western crepuscular implacable dibujado por William Vance y Michel Rouge.
Este último, alumno de Jean Giraud veinte años antes, cabalgará por el género sostén de nuestro protagonista con palpable muestra de bravura y precisión a sus códigos, lejos del héroe que transitaba en el ejército pero con estructuras que subsisten iluminando sus coordenadas aún históricas.
En conclusión, una alforja repleta de munición, el rostro curtido y obedeciendo tal nivel entre guionista y dibujante este recopilatorio de Norma, contribuirá al aura legendaria de este personaje inconformista, creando un universo a voluntad del lector. Un integral muy cuidado donde las aventuras de nuestro héroe de nariz rota es el epicentro una vez más de la trama.
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(Por expreso deseo informamos que esta reseña se publicó originalmente e inicialmente en la comiteca, bajo mi autoría Isabel Novoa. Y bajo la unica corrección gráfica del Sr. Rodrigo Pérez Miguel)