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Isabel Novoa
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Léolo – Jean-Claude Lauzon – Reseña Cine

 

Léolo es una película que serpentea entre las sombras de nuestro miedo, un miedo que habita en nuestro ser más profundo.

Jean- Claude Lauzon desciende al mundo de las pesadillas, al mundo atormentado del protagonista como si de un retrato semiautobiográfico se tratara. Se presenta dispuesto a ofenderte incluso, impregnando de atmósfera surrealista, particular y cruda la cinta, un hervidero de locura vigorosamente original.

 

Léolo – Jean-Claude Lauzon es una incesante búsqueda de forma subrayada en un mundo formado por poemas y sueños que colapsa el eterno conflicto entre lo real y las ilusiones.

 

 

La enfermedad mental que sostiene toda su familia, necesita de un refugio, Se imaginará una nueva vida, donde intentará ser maestro de su propio destino. Léolo proyecta escapar en todo el metraje, de una madre dura y extraña, un padre y unos hermanos dificiles, todos ellos forman una familia brumosa y demente. Un linaje que entra y sale de del manicomio, con la misma facilidad con que un niño, garabatea páginas en el cuaderno de sus pensamientos. Con el mismo desconcierto con el que Léolo llena una fria atmósfera de narcosis.

 

“Mi familia se había convertido en personajes de ficción y hablaba de ellos como si fueran extraños” Dice Léolo con la voz profunda y pensativa.

 

Esta obra debe ser tratada sin prejuicios, como un cuadro impresionista, Lauzon hace referencia y reverencia a la palabra escrita con la visita del “Domador de Palabras”, dejando un libro que sirve para apuntalar una mesa «desequilibrada». Léolo lo lee de noche con la luz indirecta del frigorífico, abrigándose del frío, que desprende la nevera, con una bufanda y guantes, no es fácil pernoctar en la locura sin rozarla.

 

 

Su nombre es Léo Lauzon, pero ha decidido convertirse en otra persona que responderá al nombre de Léolo, exultante en el esfuerzo por escaparse a un millón de kilómetros de la realidad.

 

 

 

Reseñar esta reveladora metáfora que disloca la normalidad con interludios románticos y líricos, para no estorbar algunos sabores extraños que han de soportar los 107 minutos que dura la película, hace que una sienta que está ante un trabajo dificil de expresar.

Sin caer en la locura de Léo Lauzon, buscaremos en cada fotograma la luz desesperada y extraordinaria de su interior, realmente implicado en el amparo de su libertad.

Léo Lauzon es un niño atrapado en una sórdida existencia

 

Léolo es la historia de un niño de imaginación desbordante y de enérgico lenguaje cinematográfico.

 

Una puesta de escena, con mucha sensibilidad y una paleta de colores “mediterráneos” altenados por otros de latitudes más frías. En contraste legado familiar, un fino equilibrio entre luz y oscurida, de ensoñadora poesía, hurga en una densidad emocional de realismo sucio e impredecible. Unas formas que se nutren de una ficción que puede entenderse como un cine narrativo e instintivo, no intelectual, con un granulado especial de “ambiente onírico” y “música coral”, donde la belleza nace del latrocinio proveniente de la casta familiar.

 

Lauzon alumbró la idea de “Léolo” mientras asistia al Festival de Cine de Taomina en Sicilia. Celoso de la cultura italiana, escribió un guión cuyo héroe es un niño de Montreal de adopción italiana.

 

Jean-Claude Lauzon

 

Léolo – Jean-Claude Lauzon se rodó entre Montreal y Sicilia, (1991). Fue la última película del director, en 1997 murió a los 43 años, victima de un accidente aéreo.

 

Escribió el guión mientras rodaba su primera película en Sicilia, afirmando que lo escribió casi en estado de “trance” como parte de una autobiográfia de “patología grave” en la familia.

Lauzon declaró que había vivido en la “periferia criminal” de las calles, y su oscura perspectiva se dialogaba continuamente en los renglones de la película,

El título se rodó en 58 días, en una escena se ve a Léolo sentado frente a una casa, presentada con posterioridad como la casa donde nació. La teoría de Léolo sobre su propia génesis fue filmada con sentimiento sonoro entre cánticos tibetanos, Ton Waits y los Rolling Stones. Léolo se reinventa a diario, línea a línea en voz muy baja insiere los pirotécnicos apuntes que flotan a la deriva, un corpus plagado de un auténtico manual de supervivencia.

 

Léolo muestra la locura con fervor emocional, nos induce tanto al miedo como a la esperanza.

 

La película adquieren un relieve revelador, el de una crónica desalentadora y triste, como el  recurso semiótico del agua en el fondo del mar en alegoría de su propia vida… cementada en una demencia irremediable.

Cargada de influencias en otros directores italianos como Paolo y Vittorio Taviani, (unos hermanos ataviados a menudo de preponderada dureza y conmovedora imaginación poética), Louzon atraviesa destinos por los que viaja, que lo diferencian.

Sin consultarle al ingenio más decoroso de parentela, el director y guionista muestra unas provocadoras anécdotas como simple recurso, un motor combustido de voz en off, que nos ayudará a transitar por un voyeurismo y una diégesis de pobreza degradante y distópica.

 

 

Porque sueño yo no lo estoy. Porque sueño, sueño…me abandono por las noches a mis sueños antes de que me deje el día… no amo… me asusta amar. Ya no sueño. Ya no sueño…

 

Léolo – Jean-Claude Lauzon

 

Un filme de culto y excentricidades irreductibles a la lógica, de indefinidos fragmentos que desvelan un entorno implacable y de sórdida desesperación.

 

La fabulación delirante de Léolo, que padece una personalidad esquizoide esta cargada de situaciones de clara voluntad ofensiva que conviene empatizar para entender de dónde proviene el peso de la historia, una difícil de comprender.

 

Quizás deberiamos vestirnos con una hermosa blusa de fuerza, mangas tres cuartos para ver el miedo en la piel, abullonada y hombros caídos, perfecta para la vida cotidiana y otras ocasiones diferentes. Un poliéster de alta calidad para vestir el universo en el que desearía vivir, adecuada para la primavera, otoño e invierno. Los veranos siempre fueron dificiles!!

 

“La gente que confía sólo en su propia verdad me llama Léo Lauzon. Porque sueño, no lo soy”

 


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