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Isabel Novoa
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El gran dictador – Reseña Cine

El gran dictador. reseña

El gran dictador fue la primera película de Chaplin con diálogos. Una meca al séptimo arte que suplica cordura y paz, una historia de infortunios de recurso cómico.

 

Un prefacio ambientado en las trincheras de la Primera Guerra mundial marca unos acontecimientos bélicos. Un barbero judío al que confunden con un dictador tiránico es el papel dual de Chaplin, con un buen balance entre los principios del decoro en el uso de la sátira que juega con la farsa para finalizar con un discurso…

Un discurso que deberíamos reescribir, porque simplemente cumple con lo principal, con lo que juega durante todo el film . Unas imágenes y un guión que a pesar del tiempo siguen presentes y se distinguen por su alegato contra el fascismo.

Lo siento, no quiero ser emperador. Eso no es asunto mío. No quiero gobernar ni conquistar, quiero ayudar, si es posible, judíos, negros, blancos. Ayudarnos mutuamente, vivir de la felicidad de los demás, no de la miseria. Sin odiarnos ni despreciarnos unos a otros.

La codicia ha envenenado el alma de los hombres, ha atrincherado el mundo en el odio, nuestro conocimiento nos ha vuelto cínicos. Nuestra astucia dura y cruel. Pensamos demasiado y sentimos muy poco, necesitamos humanidad. Más que inteligencia necesitamos amabilidad.

 

 

 

El gran dictador dejaba rastros de moral y ética que las simples barreras entre el espectador y la pantalla separaban de el “horizonte discursivo” de Charles Spencer Chaplin. Un autor total, escribía, producía, dirigía y componía la música de sus películas. Era un receptor de los mensajes de la época. Quería denunciar la miseria del mundo suscitando a través de la risa la lucidez de las coordenadas.

 

Cuando rodó El gran dictador, no hay nadie, excepto quizá Hitler, más famoso que él en todo el mundo.

 

 

Charles Spencer Chaplin

 

En su breve biografía tiene sus raíces en el sur de Londres (1889-1977). Procedía de una familia muy pobre, su padre fallecía prematuramente y su madre pasó buena parte de su vida internada en hospitales psiquiátricos, manchada por serios problemas. Su infancia y la de su hermano transcurría entre orfanatos, hospicios y la calle. Se inspiró constantemente en la cotidianidad callejera, algo clave para entender su forma de hacer cine y contar historias.

Chaplin prefería filmar la sombra que dejaba el paso de un tren en el rostro de un actor, a filmar una estación ferroviaria.

 

 

Chaplin era extremadamente perfeccionista y personificaba constantemente al perpetuo sujeto desposeído de bienes y sin lugar en el mundo, deambulando y en crónica indigencia. Una tragedia sostenida y centrada en la comedia para golpear la realidad. Un humor ingenioso y suficientemente elaborado en un universo que colisiona la sonrisa insolente con las lágrimas, el melodrama con la pantomima y el maltrato del eterno resistente.

 

Su conciencia social, el ideal que nunca le abandonará con El gran dictador proyecta un alegato contra la deshumanización del mundo.

Si hubiera tenido conocimiento de los horrores de los campos de concentración alemanes no habría podido rodar El gran dictador: no habría podido burlarme de la demencia homicida de los nazis; no obstante, estaba decidido a ridiculiza su absurda mística en relación con una raza de sangre puraPalabras de Charles Chaplin

Su personaje Charlot debutó en 1914, en la película Ganándose el pan,​ y durante ese año rodó treinta y cinco cortometrajes

 

 

La idea de la película fue de Alexandre Korda, en 1937. La semejanza de los bigotes entre Adolf Hiltler y el vagabundo que encarnaba Charlot en la pantalla no dejaba de sugerirle una caricatura para la burla y la pantomima. Chaplin se propone una parodia donde un barbero judío se hace pasar por Astolfo Hynkel. Era una excesiva avalancha de casualidades que le insinuaban la propia casualidad.

Adolf Hiltler y Charles pesaban casi igual, habían nacido la misma semana del mismo mes (abril) del mismo año (1889). Se puso con el guión que sobrecarga de presupuesto. Convierte a Alemania en Tomania y la cruz gamada nazi en una doble cruz. El filme será en blanco y negro, la calidad de la fotografía es fantástica para ser de 1940, se filmará en el estudio de Chaplin en La brea Avenue de Hollywood. Aunque la idea se defendía a si misma, sin exagerarla, el tamaño de la producción era tan grande que tuvo que alquilar naves supletorias en el General Service Studio y los exteriores se ruedan en Girard, en el valle de San Fernando. Toda Europa, reproducida en California.

 

La obra es una feroz y controvertida condena del nazismo, del fascismo, del antisemitismo y de las dictaduras que conforman el «basurero de la historia«

El 5 de septiembre se acaba la preproducción. Al día siguiente comienza la Segunda Guerra Mundial. Gran Bretaña declara la guerra a Alemania y comienza a rodar el 9 de septiembre. Durante 177 días, hasta el 9 de marzo… Comienza todo una odisea de sombras que proyectan sobre el título, Hollywood tendría roces con la censura. Sin acabarla y a ritmo lento, las tomas se repiten laboriosamente. El gran dictador se acaba con un coste de dos millones de dólares y se han usado 150.000 metros de negativo.

En los países de gobiernos fascistas fue prohibido: Italia, Alemania, la Europa ocupada, Argentina… También en España y se estrenó 36 años después, en 1976, cuando ya había fallecido Francisco Franco

 

Chaplin recibió múltiples reconocimientos y nominaciones. Le dieron el Oscar Honorífico en 1928 y 1972, también fue candidato al premio Nobel de la Paz en 1948

El mensaje es constante durante todo el filme pero a través del discurso final en boca del soldado judío, barbero de profesión, todo coge significado. Una técnica al servicio de una estructura narrativa que recoge una historia compleja e inteligente, equilibrando el cine con el grado de obra maestra.

El gran dictador va un poco más allá de lo posible porque consiguió traspasar la barrera del tiempo y logró conjuntar los rasgos trascendentales que absorbe un grito sordo, una llamada a la humanidad.


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